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Amor más allá del “mamá”

La lactancia es un proceso natural, pero para que sea posible y cómoda involucra muchas cosas. La historia de Verônica Stasiak, 32 años, psicóloga, mamá de Helena, de 8 meses, es inspiradora y también nos muestra que el amor va mucho más allá del “mamá” y de la forma como se lleva a cabo. Vea el testimonio completo:

“Amamanté a Helena durante 6 meses y 3 días. Fueron días intensamente increíbles, de una conexión y un amor increíbles. Sin duda, el mismo sentimiento que vivió mi madre al alimentarme con complemento, o mi suegra cuando le ofrecía la mamadera a mi esposo. El amor no está relacionado solamente al seno o a la mamadera. El amor es amor y punto. Es incuestionable, por lo tanto, el poder y la importancia de la leche materna, cuyo consumo debe ser estimulado durante como mínimo seis meses de manera exclusiva, a demanda, si así fuera la condición y voluntad de la madre. Y esas son decisiones que deben ser respetadas, tanto en el ámbito emocional como en el de la salud.

Mi gestación fue de alto riesgo. Tengo una enfermedad genética llamada Fibrosis Quística, que torna toda la secreción del organismo más espesa que lo normal, desencadenando neumonías, dificultad para ganar peso y estatura, tos crónica, entre otras graves complicaciones. Fueron 23 años de muchas idas y venidas de hospitales, centros quirúrgicos y CTIs hasta obtener el diagnóstico correcto.
Helena fue planificada, deseada, soñada y batallada. Casi 5 años de preparación, cuidado intenso, muchos complicaciones pulmonares y otras como NIC III, dos cirugías en el útero, neuralgia intercostal durante la gestación y fractura de 4 costillas en la semana 32 de embarazo.

El amamantamiento era un sueño, que fue compartido con mi esposo, y juntos nos preparamos para ese momento. Estudiamos, hicimos cursos, y juntos seguimos (¡con el apoyo incondicional del pediatra!) durante 6 meses y 3 días, hasta que mi salud requirió cuidados más intensos y los medicamentos de volvieron incompatibles

Sufrí y lloré durante la última mamada, foto de la derecha, cuando, el día 14 de Junio de 2019, Helena tomó su última mamada de pecho, y su primera de mamadera, dada con amor por su padre, antes de dormir.
Y hoy seguimos los cuatro, ella, el papá, la mamadera y yo, un cuarteto de amor y alimentación, como debe ser. Me encantó amamantar, me realicé como madre y mujer. Mi salud fue importantísima para la salud de mi hija y eso, en mi caso, pesó mucho.

Entiendo a todas las mamás y cada dolor y lágrima derramada a las 3 de la mañana, al final de cuentas, no todo son flores cuando un bebé quiere mamar cada 40 minutos…
Al mismo tiempo, me molesta y no entiendo opiniones y súper consejos de quien no está en nuestra piel, y admiro a cada mamá que lucha vehementemente por sus ideales y por el bien de sus hijos. Me compadezco de aquellas que soñaron y no lo consiguieron, sea cual fuera el motivo. Algunas por falta de información, otras por falta de apoyo, otras de pezones, otras de agarre… Nadie será más o menos madre por haber o no logrado amamantar.

Somos madres, y es nadie lo discute. Nuestro amor es incondicional.

Agradezco la oportunidad que tuve de amamantar a Helena durante el período que pude, y me encanta nutrirla hoy, con mucho amor, cariño, comiditas y complementos en la mamadera.

Si usted puede y lo logra, siga adelante. La leche materna es el líquido de los dioses ”.

 

Verônica Stasiak Bednarczuk de Oliveira, 32 años, psicóloga, mamá de Helena, 8 meses.

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