La ictericia no es una enfermedad en sí, pero puede ser el síntoma de una. Se caracteriza por el color amarillo en varias partes del cuerpo, principalmente ojos, mucosas y piel. Todo ese “amarillamiento” es provocado por la bilirrubina – substancia amarilla producida en la bilis y que permanece en el plasma hasta ser descartada en la orina, lo que explica también su color.
Todos los días, glóbulos rojos mueren en nuestra sangre. Eso es normal. Esos glóbulos son retirados de circulación por el hígado, el órgano responsable por la limpieza de la sangre. Ahí se forma la bilirrubina. Todas esas cosas que el cuerpo no necesita serán eliminadas. Sin embargo, a veces ocurre la acumulación de bilirrubina, lo que provoca la ictericia.
Un abanico de enfermedades puede causar esa condición, como cáncer, malaria, leptospirosis y toda suerte de enfermedades hepáticas. Por cierto, ese último grupo de enfermedades es el mayor factor de riesgo, además del consumo de drogas, piedras en la vesícula, defectos congénitos y otras cosas que impiden que la bilirrubina pase adecuadamente por el tracto digestivo. La ictericia en recién nacidos es muy común, alcanzando cerca de 50% de ellos (en prematuros puede subir a 80%), dado que su organismo todavía está en desarrollo. Si encuentra aquellos indicios amarillos además de orina muy oscura y heces blanquecinas, busque un médico.
El tratamiento variará de acuerdo con la gravedad y la causa de la ictericia. El tratamiento más común es la fototerapia; ¡el niño recibe un baño de luz fluorescente! A través de ondas, esa luz aplicada en la piel pretende disolver la bilirrubina, facilitando su salida del organismo. Sin embargo, los casos graves necesitan hasta hemodiálisis para limpiar debidamente el cuerpo. Y hay, también, casos leves que ni siquiera necesitan tratamiento.
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